Fecha de emisión: 24 ene, 2019

Cultura Popular. Crema del mai

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Cultura Popular. Crema del mai

HISTORIA

Cultura Popular. Crema del mai

El frio invernal, la naturaleza y las tradiciones ancestrales son tres elementos característicos del Principado de Andorra que se conjugan en la celebración de la “Crema del mai”. Una tradición de ascendencia pagana que antaño se celebraba, con distintas variaciones y singularidades, en varias poblaciones de los valles, pero que actualmente solo se ha conservado en la parroquia de Canillo.

Se celebra en el momento en el que el inverno trasciende su momento más frio, la semana conocida como “Setmana dels Barbuts”, llamada así porque concita las onomásticas de San Hilario, San Pablo Ermitaño, San Mauro y San Antonio Abad, tres santos que han sido tradicionalmente representados con largas y frondosas barbas y cuya celebración se produce entre el 13 y 17 de enero.

Actualmente, la “Crema del mai” se celebra el último día del mes enero, considerado como la “cola” o “cua” del mes, de donde la festividad toma otro de sus populares nombres como “Crema de la cua del gener” o “Crema del gener”.

La festividad manda recoger un abeto, que antiguamente se talaba en un bosque cercano pero que ahora se escoge de entre los que se han utilizado para decorar el pueblo durante la Navidad, para que una vez trasladado a las afueras del pueblo, se le prenda fuego, momento en el cual jóvenes y niños hacen sonar cencerros, esquilones y cuernos de buey provocando un gran bullicio.

Concluida la “crema”, los más pequeños juegan y bailan alrededor del abeto y se remata la jornada invitando a los participantes a compartir una merienda en la que no falta el chocolate caliente y la tradicional coca.

Cuenta la tradición, que si un abeto no se calcina del todo, pronostica un invierno que todavía ha de ser frio y duradero. Antiguamente, si en el momento de la celebración el invierno era suave, se llegaba a indultar al abeto, que permanecía en el pueblo en señal de gratitud a la naturaleza por el buen tiempo.

El sello que Correos ha dedicado a esta tradición incorpora un troquel especial que siluetea la forma del fuego en la hoguera.