Fecha de emisión: 08 oct, 1999

BIENES CULTURALES Y NATURALES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. San Millán De La Cogolla (La Rioja)

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BIENES CULTURALES Y NATURALES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. San Millán De La Cogolla (La Rioja)

HISTORIA

La serie filatélica Patrimonio Mundial de la Humanidad, iniciada en 1988, está dedicada este año a los monasterios riojanos de San Millán de Yuso y San Millán de Suso, en la localidad de San Millán de la Cogolla. Ambos monasterios fueron incluidos por la UNESCO, en diciembre de 1997, en la Lista de Bienes del Patrimonio de la Humanidad. La emisión costa de dos sellos en los que se reproducen las imágenes de los monasterios. De cada uno de estos sellos se realizó una Prueba de color sin dentar con formato de hoja bloque.

San Millán de Suso o de arriba se sitúa en la ladera de la montaña, en la gruta en la que vivió el ermitaño San Millán en el siglo VI. Su arquitectura no se ajusta a un estilo concreto. Elementos mozárabes, bóvedas nervadas y arcos de herradura se mezclan con restos característicos del arte prerrománico. La construcción primitiva es del siglo X y se amplió en la siguiente centuria. El santuario consta de dos naves gemelas que terminan en dos ábsides de planta cuadrada; la parte izquierda se adhiere a la roca, bajo la que se conservan tres cuevas del cenobio primitivo.

San Millán de Yuso o de abajo comenzó a construirse en el siglo XI en la parte más baja del valle. De esa época no se conservan restos y la edificación actual es una obra renacentista de los siglos XVI-XVIII. En su interior destacan dos arquetas cubiertas de placas de marfil con las reliquias de San Millán y de su maestro San Felices de Haro. Por su sobriedad, al monasterio se le ha llamado El Escorial de La Rioja, en el que destacan el salón de los reyes, el refectorio y dos claustros. Cuenta con una prestigiosa biblioteca de más de 35.000 volúmenes que contiene códices, pergaminos medievales, cantorales y libros impresos. Algunos lingüistas consideran a los monasterios de Suso y Yuso como la cuna del castellano. Todo apunta a que las primeras palabras escritas en lengua romance parten de un códice copiado por los monjes del scriptorium de San Millán de Suso en el año 964. En ese mismo siglo se escribieron las Glosas Emilianenses, que constituyen los primeros testimonios en castellano.