Fecha de emisión: 26 abr, 2005
El 22 de abril de 1855 se promulgó la Ley que autorizaba al Gobierno a plantear “un sistema complejo de líneas electro-telegráficas que pongan en comunicación a la Corte con todas las capitales de provincia y departamentos marítimos y que lleguen a las fronteras de Francia y Portugal”. Esta fecha, de la que se cumple el 150 aniversario, es considerada como el punto de arranque de la telegrafía eléctrica en España y la filatelia lo conmemora con la emisión de un sello que reproduce un manipulador Morse; el más emblemático y universal de los sistemas de transmisión
Entre los grandes inventos del siglo XIX ocupa un lugar destacado la telegrafía eléctrica que marca, sin duda, un antes y un después en la historia de las comunicaciones por la inmediatez que supuso en la transmisión de noticias y hechos. Si la primer mitad del siglo estuvo marcada por el primitivo telégrafo óptico, de uso exclusivo para el Gobierno y el Ejército, la segunda mitad destacó por la implantación de la telegrafía eléctrica en todo el territorio y la apertura del servicio a la sociedad. En política se vivían momentos convulsos, de revueltas y algaradas que precisaban de una comunicación rápida para controlar el orden público, y los distintos gobiernos no dudaron en apoyar una política de inversión que se inició en 1852 con la aprobación para construir la primera línea Madrid-Irún. El proyecto se encargó al Brigadier José María Mathé, director de Telégrafos, y a finales de 1854 se daba por concluido. El primer telegrama, de uso oficial exclusivo, fue la transmisión del discurso de la Reina Isabel II en la apertura del Parlamento, que llegaría hasta París. El 1 de marzo de 1855 el telégrafo se inauguraría como servicio público y el 22 de abril del mismo año se aprobó la importante Ley que preveía la instalación de cinco grandes líneas que, partiendo de Madrid y de forma radial, comunicarían todas las capitales de provincias y ciudades más importantes. La segunda fase de construcción se amplió a las islas Baleares, Ceuta y a numerosas líneas transversales, de tal forma que en 1865 se contó con una red que superaba los 11.000 Km de líneas y un total de 215 oficinas. Era el inicio de la telegrafía, de gran importancia -según las revistas de la época- para la sociedad y el comercio, los banqueros, los manufactureros, los propietarios de buques y compañías de seguros, los jurisconsultos y la prensa, que adoptó “un estilo de crónica ágil, resumida y con abundancia de datos”.
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