Fecha de emisión: 05 nov, 2007

PINTURA ESPAÑOLA. Autorretratos

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PINTURA ESPAÑOLA. Autorretratos

HISTORIA

El género pictórico del autorretrato se ve ahora plasmado en dos sellos, uno dedicado al pintor gótico-renacentista, Pedro Berruguete y el otro al neoclásico Mariano Salvador Maella. El autorretrato de Berruguete pertenece al Museo Lázaro Galdiano y el de Maella está entre los fondos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ambos en Madrid. El autorretrato es el medio de expresión más íntimo de un artista porque implica plasmar sus propios rasgos su personalidad y deseo de ser inmortalizado. Este género tiene su razón de ser en la autoestima que desde el Renacimiento el artista tiene de sí mismo. El autorretrato permitía al pintor experimentar, en la soledad de su estudio, nuevas técnicas y lenguajes artísticos. En los retratos y autorretratos, la necesidad de representar la psicología del retratado motivó, con el paso del tiempo, un cambio radical en la expresión visual del género, acentuando aún más la importancia del gesto, la postura y la actitud o el movimiento del personaje representado como forma de comunicar un mensaje o sentimiento. Si bien los autorretratos desde el Renacimiento hasta finales del siglo XIX muestran a sus autores y a la vez protagonistas del tema con total verismo y realidad, los artistas de siglo XX otorgaron mayor importancia al color y a la identidad metafórica de retratado, pues aunque el rostro y sus rasgos se presentaran distorsionados, la identidad personal del retratado quedaba a salvo, llegaba a ser identificable.

El autorretrato de Pedro Berruguete (nacido en Paredes de Nava hacia mediados del siglo XIV y fallecido en Ávila en 1504), muestra a un hombre, aún joven, tocado con gorro y peinado de influencia italiana renacentista, país donde residió entre 1473 y 1474. Tras su regreso a Castilla, su arte evoluciona y se presenta como la culminación del gótico en su fuerte expresividad, pues aunque represente a sus retratados con un acentuado humanismo, destaca en sus obras la sensación de realidad.

El otro, de Mariano Salvador Maella (Valencia, 1739 – Madrid, 1819), también muestra al pintor en su juventud. Discípulo de Mengs y pintor de cámara en 1795, puesto que compartía con Goya, cultivó el retrato oficial y los temas religiosos. En su arte combinó el barroco dieciochesco con el neoclasicismo. Pasó varios años en Italia, donde aprendió la técnica del fresco, que luego plasmó en los murales y bóvedas del Palacio Real.