Fecha de emisión: 29 jul, 2008

PATRIMONIO NACIONAL. Tapices

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PATRIMONIO NACIONAL. Tapices

HISTORIA

Dos hojas bloque dedicadas a la emisión de Patrimonio Nacional reproducen los tapices de título El columpio y El ciego de la guitarra, ambos surgidos de los cartones realizados por Goya y pertenecientes a la temática denominada Cuadros de costumbres. Estos dos tapices, elaborados por la Real Fábrica de Madrid, fueron confeccionados bajo la dirección de Cornelio Vandergoten, descendiente de una familia de maestros tapiceros naturales de Amberes, quien en 1774 quedó al mando de los talleres. Goya comenzó a realizar cartones para la Real Fábrica en 1775 y pintaría el retrato de Vandergoten, expuesto en el Museo del Prado, ya como director de la institución de tapices hacia 1782.

Los dos tapices de la colección real que aparecen en estas hojas bloque están elaborados en seda y lana y forman parte de una serie de trece piezas destinadas a decorar las antesalas del dormitorio de Carlos de Borbón y María Luisa de Parma, en el palacio de El Pardo. En uno y otro tapiz predomina el estilo costumbrista y popular, tan frecuentado por Goya en su etapa inicial y que incluso desarrolló a lo largo de casi toda su trayectoria, particularmente en aquellos trabajos destinados a cartones para tapices y a bocetos de obras decorativas y de menor entidad. Así, el tapiz de título El columpio representa una imagen lúdica y a la vez bucólica campestre. En la composición aparecen un grupo de cuatro infantes acompañados por tres miembros de la servidumbre. Una de las criadas se columpia, mientras que otra sujeta los andadores del más pequeño. Al fondo aparecen pastores, un cochero y el resto de los criados. Goya nos brinda aquí una peculiar interpretación y visión del estilo rococó.

El otro tapiz, denominado El ciego de la guitarra, se ilustra con la imagen de éste, acompañado de un lazarillo y de varias figuras más expectantes y entregadas a la actuación del ciego. La escena tiene como marco la madrileña plaza de la Cebada en día de mercado callejero, donde se dan cita vendedores, pícaros y gentes de toda clase y condición. En esta composición, Goya se manifiesta menos clasicista, más colorista y desenfadado, tanto en el trazo como en lo cromático.