Fecha de emisión: 20 oct, 2023
Justa Freire había nacido en Zamora en 1896; perteneció, por lo tanto, a esa generación de maestras que comenzaron a desempeñar su labor en torno a los años 20 y que se beneficiaron de la influencia de la Institución Libre de Enseñanza. Justa llegó a Madrid en 1921, y se integró en el Grupo Escolar Cervantes, que se ocupaba de la educación de los niños de las familias obreras de Cuatro Caminos. Muy pronto le interesó la pedagogía y la manera en la que los maestros podían mejorar sus conocimientos y su formación: tras haber completado sus estudios con estancias en el extranjero, regresó a Madrid, donde fue una de las primeras directoras de un centro en el que trabajaban, de manera mayoritaria, varones.
Las publicaciones de Justa en esa época son una fuente de incalculable valor para entender lo innovador y lo pionero que fue el sistema educativo que implantó en esos años: los niños, su curiosidad y sus necesidades se encontraban por primera vez en el centro del mismo. Ligadas a ello se encontraban las Misiones Pedagógicas, un programa en el que diversos misioneros (artistas, escritores, profesores, actores…) se desplazaban por unos días a alguna de las escuelitas rurales en cualquier localidad, en el que instauraban una biblioteca popular, representaban obras de teatro, organizaban conciertos o proyectaban películas.
En 1936 Justa interrumpió las clases en su centro y evacuó a los niños a su cargo a Valencia: hasta el final de la guerra continuó con su labor como maestra e inspectora. Dado que llegó a ser Delegada Nacional de Educación, fue detenida y represaliada. Condenada en un inicio a seis años de cárcel, pasó dos en la prisión de mujeres de Ventas, donde organizó la escuela de presas adultas.
El regreso a la vida docente durante la posguerra resultó muy duro: reclamó su derecho a formar parte del cuerpo de maestros con todos sus derechos, que primero le negaron, como a todos aquellos que habían sido depurados y luego le concedieron solo parcialmente. Se le prohibió, por ejemplo, que ejerciera en Madrid, se le eliminó la antigüedad y el resto de los méritos que había obtenido desde que era una joven recién titulada. Continuó su labor primero en Barcelona, y el tesón le permitió regresar a Madrid con una plaza en el Colegio Británico. Falleció en 1965, a los 69 años. Nunca abandonó su labor como pedagoga ni dejó de escribir sobre el oficio al que dedicó su vida.
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